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       El 
          Campanillo  | 
  
  LAS 
  CRÓNICAS DE NARNIA, UNA ALEGORÍA DE LA FE. Manuel 
  Palma Ramírez, Vicario Parroquial

En las pasadas fiestas de Navidad se estrenó en los cines españoles Las Crónicas de Narnia, ahora, en la primavera, aparece en formato de vídeo digital. Constituye ésta, una ocasión inmejorable para acercarnos a la figura de su autor y su capacidad de hacer significativo el mensaje cristiano.
I. EL AUTOR
 Las Crónicas de 
  Narnia (publicadas entre 1950 y 1956) son apenas una parte del amplio universo 
  literario creado por Clive Staples Lewis (Belfast, 1898 - Oxford, 1963), escritor 
  irlandés cuya trayectoria constituye un auténtico periplo espiritual: 
  en él contemplamos a un hombre en permanente lucha consigo mismo, con 
  sus dudas, y en medio de los vaivenes que provocaban en su espíritu las 
  lecturas filosóficas y literarias. La aparición de la primera 
  entrega de la serie fílmica es un escaparate extraordinario para asomarse 
  a dicho universo, basado en una sólida reflexión literaria, filosófica 
  y teológica. Y es que, Lewis pertenece al selecto grupo de "autores 
  cristianos" que, a contracorriente de las modas ideológicas y culturales 
  del siglo XX, pelearon por el derecho a expresar su fe. Así, aparece 
  al lado de literatos como G. K. Chesterton (quien influyó decisivamente 
  en él), P. Claudel, T.S. Eliot (a quien no le convencía su estilo 
  apologético y reaccionó preguntándose: "¿Exige 
  realmente el Todopoderoso tales arduos esfuerzos del Dr. Lewis por devolverle 
  el trono?"), G. Papini y G. Greene, por mencionar sólo algunos. 
  
  
  Huérfano de madre desde los 9 años, vivió una infancia 
  solitaria refugiado en sus lecturas. Una frase de sus años de increencia 
  (de la adolescencia a los treinta y tres años) es verdaderamente lapidaria: 
  "¿Cómo es posible que un universo tan malo haya sido atribuido 
  constantemente por los seres humanos a la actividad de un sabio y poderoso creador?". 
  Una búsqueda lo obsesionó siempre: la alegría, que identificaba 
  con el supremo bienestar (o salvación), lo cual se refleja en el título 
  de su autobiografía espiritual: Sorprendido por la alegría.
  
  El león, la bruja y el armario (dirigida por Andrew Adamson), se ha sumado 
  a la estela trazada por El Señor de los anillos, a cuyo autor J.R.R. 
  Tolkien, unía una profunda amistad, dado que tanto éste como el 
  mismo Lewis, fueron profesores en la Universidad de Oxford.
  II. LA OBRA
 Concebidas como un vasto 
  proyecto, Las crónicas de Narnia son una obra de ficción alegórica 
  compuesta por siete volúmenes. Lewis las redactó siguiendo la 
  tradición de la escritora inglesa Edith Nesbit (1858-1924), de tendencias 
  políticas socialistas y con un fuerte énfasis didáctico. 
  Los relatos están entrelazados entre sí y el orden de lectura 
  que recomendaba Lewis, que no coincide con el de su aparición cronológica, 
  es el siguiente: El sobrino del mago, El león, la bruja y el armario, 
  El caballo y el muchacho, El príncipe Caspian, La travesía del 
  Viajero del Alba, La silla de plata y La última batalla.
  
  En la mayoría de los cuentos los protagonistas son los cuatro hermanos 
  Pevensie, quienes mientras viven en la casa de campo de un viejo profesor, fuera 
  del alcance de los bombardeos nazis sobre Londres, encuentran un armario en 
  una habitación remota que les permite acceder a otro mundo, Narnia. 
  
  Las aventuras de los protagonistas comienzan cuando el magnífico león 
  Aslan, con su cántico hace nacer el mundo de Narnia de la nada. (Esta 
  metáfora divina del canto que origina la vida también fue usada 
  por Tolkien a la hora de crear la Tierra Media a través de la canción 
  de los Ainur). De igual forma, tal como se forma el bien, también se 
  introduce el mal (en este caso encarnado por la bruja Jadis) y, por lo tanto, 
  la épica de la lucha del uno en contra del otro. 
  
  En El león, la bruja y el armario los paralelismos con la historia de 
  la salvación son inquietantes: Jadis, al coger la manzana comete un acto 
  de desobediencia, lo mismo que Adán, aunque ya había "pecado" 
  antes; la mesa de piedra recuerda las tablas de la ley de Moisés; la 
  pasión y resurrección de Aslan equivalen a las de Jesús; 
  la fidelidad de las dos niñas hacia Aslan es comparable a las de las 
  mujeres que seguían a Jesús; Edmund, como Pedro, es un traidor, 
  pero se arrepiente y es perdonado; la gran batalla contra las huestes de la 
  Bruja Blanca tiene fuertes resonancias apocalípticas; en el almuerzo 
  final (¿Santa Cena?), Aslan afirma: "Se os ha permitido conocerme 
  en este mundo para que podáis conocerme mejor cuando regreséis 
  al vuestro".
  
  La "Magia Más Insondable de antes de los albores del tiempo", 
  invocada por Aslan para conseguir la resurrección, es toda una declaración 
  soteriológica (y poética): "Significa que aunque la bruja 
  conocía la existencia de la Magia Insondable , existe una Magia Más 
  Insondable aún que ella desconoce. Sus conocimientos se remontan únicamente 
  a los albores del tiempo; pero si hubiera podido mirar un poco más atrás, 
  a la quietud y la oscuridad que existía antes del amanecer del tiempo, 
  habría leído allí un sortilegio distinto. Habría 
  sabido que cuando una víctima voluntaria que no ha cometido ninguna traición 
  fuera ejecutada en lugar de un traidor, la Mesa se rompería y la muerte 
  misma efectuaría un movimiento de retroceso".
  
  Según su autor, Las crónicas de Narnia no debían ser leídas 
  como alegorías sino como simples relatos. Concluyen así: "Toda 
  su vida en este mundo y todas sus aventuras en Narnia no habían sido 
  más que la portada y el prólogo: en ese momento, por fin, empezaba 
  el capítulo primero del Cuento Más Grande, el cuento que nadie 
  ha leído en este mundo, el cuento que dura para siempre jamás, 
  en el cual cada capítulo siempre será mejor que el anterior". 
  Es decir, la vida misma. Como puede verse, Lewis bien puede ser calificado como 
  un "apóstol de la imaginación". 
  Al fin, a todos, les recomiendo que no desaprovechen la ocasión para 
  encontrarse con esta magnífica metáfora de la fe cristiana.