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       Qué curioso, 
        ¿no? Hace casi 2000 años desde aquella primera Eucaristía, 
        de aquella tarde-noche en Jerusalén, en aquel cenáculo donde 
        se encontraban aquellos hombres con el Redentor. 
         
        ... Éste es mi cuerpo... y mi sangre... Vaya sorpresa se llevarían 
        los apóstoles en ese momento, no es para menos; el que llamaban 
        Cristo convierte un trozo de pan y un poco de vino, nada más y 
        nada menos, que en su Cuerpo y en su Sangre y, además, días 
        atrás manifestó que si no la comemos y si no la bebemos, 
        no tendremos vida eterna. Y, todo esto: ¿por qué? Pero, 
        ¿cómo es posible? De aquí podemos sacar miles de 
        preguntas, pero podemos resumirlas en una afirmación: "DIOS 
        ES AMOR". De aquí emana todo. Primero, la "vida", 
        el don de los dones y con ello, nosotros, luego, un don muy relacionado: 
        "la fe". 
         
        Necesitamos fe, ya lo dijo Él: "Dichosos los que creen sin 
        haber visto". Jesús yo creo, aumenta mi fe, le solemos decir, 
        ya que, es algo imprescindible para la vida espiritual. 
         
        La Eucaristía será un misterio, si, pero de AMOR; lo sabemos, 
        ya que, cuando entra de lleno en nuestro cuerpo, todo cambia, aunque muchas 
        veces ese cambio se entorpece debido a nuestras debilidades. Nuestra alma 
        necesita su energía, sus "vitaminas", y con la Eucaristía 
        se llena. 
         
        Podríamos reflexionar sobre esto: ¿ "Nuestra Eucaristía" 
        nos aporta algo a nuestra vida o sólo se queda dentro de las paredes 
        del templo? 
         
        Escuché una vez. "La Eucaristía es tan grande que cada 
        vez que recibo a Jesús, mi alma llora de alegría". 
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