(4-julio-2008) El Trinadero. Artículo de opinión

Informa: Chema Cejudo

La culminación de la temporada liguera 2007-08 para los dos grandes clubes futbolísticos de nuestro pueblo se ha saldado con sabor agridulce. Dulce por el éxito deportivo de La Barrera C.F., que ha coronado una excelente temporada llevando al equipo a Regional Preferente. Motivo de satisfacción y alegría para todos sobre la base de sus propios méritos y logros deportivos, apoyados en una buena gestión tanto en lo ejecutivo como lo deportivo. Al contraste, en el lado amargo, se eriza la zozobra por el desenlace de temporada del C.D. Mairena, que ha llevado a su junta directiva a presentar la dimisión, a pesar de la digna temporada que hicieron en Tercera División. Las estrecheces económicas que atenazan al club han asestado el puntillazo a una situación previsible por largamente anunciada.

Pocos son los pueblos de mediana envergadura como Mairena que pueden alardear de situar a uno de sus equipos en tan destacada categoría. Algunos, de hecho, ni siquiera poseen más de uno en activo. Gracias al C.D. Mairena, el nombre de nuestra localidad, sus gentes y sus jugadores descollan interior y exteriormente, confiriéndonos una dimensión y presencia de otro modo difíciles de ejercer. Puede decirse que son nuestro más activo embajador, algo que, sin duda, tiene un costo. Largos desplazamientos o mantenimiento de plantilla e instalaciones, entre otros muchos gastos de una extensa relación que bien deben conocer los gestores del club, son parte del lastre. Pero son más los beneficios aparejados a la militancia del Mairena en tercera, como el plus de oportunidades para sus jugadores, o el hecho de que Mairena se sitúe como destino futbolístico de jugadores de fuera para su despegue. A todo ello, habría que sumar el nada desdeñable factor orgullo, que por sus beneficios emocionales para los maireneros también cuenta, y desde luego, mucho.

Lo gravoso del mantenimiento del club en la alta categoría se ha paliado hasta ahora, en buenísima parte, por la solvencia personal y profesional de quienes han regido los designios del club y sus colaboradores. Sólo así se explica la noble gesta de mantener al C.D. Mairena. Nombres como José Gómez, Pineda, Jacinto Sánchez, o Juan Moreno (que me perdonen los omitidos por mera cuestión de memoria) deben tener sitio destacado en nuestra memoria colectiva y la del club, con la más alta consideración por ello. Bien es verdad que un pueblo donde el fútbol goza de tan enorme tirón es terreno abonado, pero eso no desmerece la labor titánica de sus directivas, cuyos desenlaces en el cargo han resultado, a menudo, cuanto menos complicados.

Está claro que lo que falla en el club blanquinegro es la piedra angular de su estructura financiera. Y así seguirá siendo por mucho que se hayan conseguido loables éxitos parciales. Las barras de preferia, la publicidad estática en el campo, los ingresos por venta de entradas o carnés (importantísimos por obra y gracia de la mucha influencia de los directivos del club), etc, etc, etc... jamás conseguirán solucionar los problemas de finanzas de un equipo que milita en categoría nacional. Hace falta otro modelo, y para ello el Ayuntamiento de nuestro pueblo, como primera institución, es co-responsable en la solución de una situación que afecta claramente a muchos ciudadanos por afición, por implicación, o por meros sentimientos. La única forma de evitar cara al futuro las crisis cíclicas de la entidad pasa por dotarla de estabilidad económica, y el Ayuntamiento (que somos todos) hace falta para ello.

Sobre cómo ponerle el cascabel a ese gato, en mi opinión, tendría que ser a través de una doble estrategia: aliviar al club en su relación de gastos y asegurarle cara al futuro unos ingresos que le permitan sobrevivir sin sobresaltos. La idea prevista por Juan Moreno de vender el actual campo para evitar los altos costos de mantenimiento va en la buena dirección. Si encima se traslada la entidad a un terreno de juego municipal como el futuro de La Cebonera, al que el Ayuntamiento podrá dotar de contenidos en su ámbito de acción asumiendo estos gastos, mejor que mejor. Luego, con el arrendamiento de los locales comerciales que se abrirían bajo las gradas del estadio, el club se garatizaría unos ingresos que bien podrían ayudar a mejorar su economía. El club (aportando fondos de la venta de sus terrenos en Polígono Gandu) junto al Consistorio y la Junta con subvenciones contribuirían al unísono a resolver una situación por una vía que ya se ha mostrado válida en otros lugares.

Todo ello, de hacerse, llevaría varios años. Y en ese lapsus temporal donde parece concluyente que tiene que mojarse el Ayuntamiento aportando económicamente cantidades necesarias, de forma transitoria, que garanticen la superviviencia del club. No caben agravios con otros equipos del pueblo, pues tradicionalmente se han visto beneficiados del alivio de gastos por jugar en campos municipales. En todo caso, de existir, habría que resolverlos dialogando. Lo que es quemante, poco estético y ya insostenible es que en Mairena tengamos que deshacer cada entuerto económico que se presenta a las fuerzas vivas sableando a los sufridos empresarios e industriales que -afortunadamente- rara vez escurren el bulto. Recurrir a la subvención pública como norma tampoco es la solución idílica para mí, aunque reconozco que en circunstancias como a la que nos referimos se justifican sobradamente. Si otros Ayuntamientos no lejanos con menos salud económica han subvencionado hasta El Rocío, no veo por qué no puede hacerse ahora en nuestro pueblo con este casi centenario C. D. Mairena. Creo que los ciudadanos lo entenderán y apoyarán hasta que el club esté nuevamente en condiciones de rodar por sus propios medios.