(23-mayo-2008) Homenaje a la Niña de la Expertación el próximo domingo

Informa: Chema Cejudo

- Rosario González Núñez ha sido su encargada desde niña
- Ha tenido siempre una de las pocas llaves de su ermita, recibiendo por ello el cariño indiscriminado de la gente
- Atesora un acervo de recuerdos y vivencias

Como proclamó Andy Warhol (arcángel del movimiento Pop At), todo el mundo tiene derecho a sus quince minutos de gloria. Algunos más serán los que el próximo domingo a mediodía dedique la hermandad del Cristo de la Cárcel y Nuestra Señora del Amparo de Mairena del Alcor al agasajo por su dedicación vital a esa imagen a Rosario González Núñez, "la Niña de la Expertación", que hoy cuenta con 96 años de edad. "El Cristo forma parte de mi vida como yo de la de él", sintetiza la agasajada.

Tan es así que según cuenta Rosario han sido numerosos los niños que le han preguntado a lo largo de su vida que si el Cristo era su marido. El grupo cofrade premia de este modo la labor de una vida de entrega y amor al Señor de la Cárcel, iniciada siendo ella aún muy niña de forma natural, ya que vivía (y vive) frente a su ermita en la céntrica Plaza de las Flores del pueblo. Fue primero la curiosidad, seguida por la devoción más tarde, la que alambicó la relación. De los anteriores cuidadores que conoció, Angelita y Crespo, heredó una fe y devoción que aún permanece. Para la "Niña" (como se la sigue conociendo a pesar de su senectud) nunca fue un impedimento el horario ni el día cuando se trató de abrir la capilla para el culto a la imagen. Bien si se trataba de orarle, encomendarse a ella por la razón más peregrina, una visita a destiempo de cualquier foráneo o grupo, colocarle un ramo de flores...A cualquier hora, Rosario González lleva a gala no haber hurtado jamás la visita al Cristo de nadie: camioneros de partida a un largo viaje, parturientas, enfermos...siempre vieron flanqueado el camino de la capilla al gracias a su encomienda de una de las 3 ó 4 únicas llaves que del recinto existen.

Esa fidelidad y devoción son las que reconocerá el domingo en El Cine en el contexto de un almuerzo la hermandad, cuyo hermano mayor Francisco Capitas, asegura haber recogido e impulsado el testigo de una vieja idea amasada en el seno del colectivo como una de las primeras iniciativas de su recién constituida junta de su gobierno.

Numerosísimos han sido los sacerdotes a los que ha ayudado a preparar Misa la "Niña", incontables los exvotos colocados en torno a su altar por favores recibidos, los ramos de flores cedidos por sus fieles expuestos con primor, las limosnas introducidas en su limosnera por entrega de devotos, las velas encendidas, o las "estampitas" de la imagen repartidas. De éstas aún posee un buen taco en casa, que sigue repartiendo a la menor ocasión. En definitiva, una vida de unión con el Crucificado de la antigua cárcel mairenera, una de cuyas reproducciones cuelga de su salón, como porta en su cuello su medalla. El rezo diario del Rosario con unas cuentas del propio Señor es otra de sus adicciones diarias. Por eso, Rosario se muestra tremendamente por el reconocimiento, y sólo lamenta no ser más joven para poder seguir dedicándose a la imagen.

Su experiencia como mayordoma, cargo que ejerció durante décadas sin jamás haber sido nombrada sacristana o mayordoma de manera oficial, la han llevado a atesorar su cúmulo de conclusiones y teorías de base real. Por ejemplo, ha podido constatar la enorme fe y conocimiento que de la imagen existe fuera del pueblo; cómo junto a Mairena son El Viso del Alcor, Alcalá de Guadaíra, Utrera, Dos Hermanas y Barcelona los lugares cuyos habitantes acaparan el mayor número de visitas.

Aunque existe también un lado negativo entre sus experiencias, la quema del lienzo original traído de América en el siglo XVII por Tomás de Paz y Marina Palacios, en los tristes acontecimientos de 1936. Quienes protagonizaron los hechos llegaron a amenazarla si no se metía en su casa antes de proceder a perpetrarlos. Con tristeza narra la peregrinación de fieles que se produjo al templo los días siguientes para interesarse por el destino del Cristo. En su retina conserva los rostros de aquellos verdugos, a pesar de que salvo alguno todos eran foráneos. También el contradictorio detalle de la mayoría de ellos, que descubrieron sus cabezas como señal de respeto antes de proceder a la quema.

Otra curiosidad que no todo el mundo conoce, aunque sí ella, es que el lienzo original no admitía cristal protector. Tantas veces se le colocaba uno, casi de inmediato saltaba en esgriños. Un hecho inexplicable que luego no volvió a ocurrir con la actual reproducción del original firmada por el artista Félix Lacárcel. Un buen fragmento de uno de aquellos trozos aún permanece bajo su propiedad, no es menos cierto que ya muy menguado (unos 6 centímetros cuadrados) tras haberlo ido repartiendo por trozos a lo largo del tiempo.