(7-oct-2007) El trinadero. El entorno del Castillo y la Iglesia Mayor

Informa: Chema Cejudo

Estamos asistiendo estos días a la consumación de un hecho que me produce tristeza y frustración. Tras años convertido en solar, vemos cómo finalmente la casa de calle Real frente al pórtico del templo de la Asunción comienza a edificarse. Me he estado informando y sé que urbanismo del ayuntamiento ha hecho intentos por evitar que la reedificación se consumara, e incluso ha pretendido poner algunas condiciones a los dueños a la hora de edificar. Todos sabemos, no obstante, que poco se puede hacer para proteger esos espacios a la vista de la normativa local vigente, tratándose como se trata de una zona que se ha venido ocupando con mayor o menor nivel de colmatación desde tiempo inmemorial, bien como dependencias aledañas a la fortaleza para la que ejercían su actividad principal (molinos, talleres, tahonas, etc), bien por la venta total de los terrenos que la viuda de Bonsor se vio obligada a realizar ya fallecido el arqueólogo para garantizarse los ingresos necesarios que hicieran posible la conservación del patrimonio puesto en valor por su esposo. Son, por tanto, construcciones legales edificadas a lo largo de mucho tiempo, que sin embargo no se antojan modélicas desde el punto de vista del urbanismo, ni oportunas ni convenientes en razón del solapamiento que practican de la barbacana de nuestro castillo.



Su rescate como espacios es, además de dificultoso en lo legal, cuantioso en lo económico. Aunque -desde luego- mucho más que deseable si a lo que se aspira es a la construcción de una zona urbana monumental enclavada en el contexto de los planes turísticos que nuestra corporación pretende para Mairena. Como de igual manera serían muy acordes a las necesidades expansivas y ciudadanas de un entorno urbano y céntrico encorsetado en exceso por las deficiencias de un urbanismo inadecuado ejercido durante un prolongado pasado en el área.

Mi apenamiento es mayor, si cabe, en tanto proponente de una sugerencia de acción en ellos al entonces regidor municipal José María Domínguez en los prolegómenos de la campaña electoral de 1.991, que su partido perdió. Se trataba de una idea largamente acariciada en mi juventud, compartida por un grupo de amigos, que trasladé al entonces alcalde aprovechando nuestros frecuentes encuentros de aquellos días, ya que el entonces director de la radio, Rafael Melero, me había asignado el cometido técnico de asistirle en los programas electorales de su partido en la emisora. Concurría, además, la circunstancia, de que como alcalde, Domínguez acababa de poner en marcha una campaña reivindicativa del castillo ante el cierre, abandono y deterioro que venía padeciendo desde el fallecimiento de la esposa de Jorge Bonsor, Dolores Simó.

Recuerdo el lugar exacto de la conversación: el Bar Mirlo de calle Jesús. E incluso a algunos de los presentes como el concejal José Manuel Rojas y mi compañero de deportes en Radio Mairena, Manolo Navarro. El planteamiento de la propuesta consistía en trazar un plan con la finalidad de ir despejando la muralla del castillo en todo el margen derecho de calle Real desde la esquina de calle castillo hasta las paredes de la casa palacio, entonces también abandonada por desgracia.

El alcalde hizo tan buena acogida a la propuesta que la incorporó a su programa electoral en el P.A., aunque tras perder aquellas elecciones el edil Rojas (desde el P.P.) se convirtió en defensor de las mismas durante las siguientes legislaturas con peticiones casi constantes al gobierno de Antonio Casimiro Gavira que culminaron con la adquisición de la vivienda de la esquina, sin continuación en las restantes, que se están reedificando paulatinamente ante la inexistencia de un plan específico de protección para la zona que nadie se ha propuesto elaborar hasta el momento, y que pienso urge ya aparejado a la elaboración del primer PGOU mairenero, en marcha.

Aunque soy de los que piensan que se ha podido hacer más de lo hecho con una clara apuesta política, quiero ser algo optimista y creer que no todo se ha perdido, por lo que desde aquí lanzo una nueva idea por si el alcalde y los grupos de oposición quieren recogerla y promover a través de un dispositivo de consenso político sobre la base del bien común que creo proyecta. Para materializarlo sería necesario entablar conversaciones con este primer grupo de 3 ó 4 propietarios (el proyecto integral es a más años vista por su envergadura) partiendo de la misma premisa que en Barcelona el ayuntamiento plantea en el derribo del bloque de pisos frente al pórtico de la Gloria de la Sagrada Familia Gaudí, necesario para su iniciativa de concluir el templo y magnificar su entorno. Allí el alcalde ha pedido a los vecinos afectados que no teman la medida, pues no saldrán perjudicados. Antes al contrario, se promete beneficiarles en aras del carácter generalista del bien al que van a servir. Lo injusto, por lógica, sería cargárselo sobre sus espaldas. Algo similar podría hacerse aquí, en mi opinión.

Fórmulas existen y no hace mucho que algunas de ellas se han puesto en práctica aquí mismo, como las permutas de Las Canteras para urbanizar aquel sector o la consecución de los suelos para la ampliación a la biblioteca. En el caso que nos ocupa, sería necesario satisfacer una parte con dinero en efectivo por la necesidad inmediata de domicilio alternativa que pudiera producirse en algunos casos.

Así, la oferta turística mairenera se incrementaría con la incorporación de nuevos espacios monumentales, de los que hoy apenas disfrutamos debido a la política de nuevos ricos que venimos practicando sin pausa desde la década de los 60 del siglo pasado (que no respetó ni nuestro antiguo consistorio) derribando todo lo antiguo para reedificar. Por último, la figura protectora para el entorno en cuestión bien podría extenderse al entorno de calles que circundan la iglesia, con un tratamiento urbanístico acorde a sus valores históricos y monumentales, a pesar de lo amenazadas que están en la práctica desde hace décadas.