(20-junio-2007) Opinión. El trinadero. Antonio Gavira en el Olimpo de Mairena



Informa: Chema Cejudo

Si comparamos Mairena con la antigua Atenas, e imaginamos en el Cebrón nuestro particular Olimpo, todos los habitantes y originales de esta tierra tenemos motivos más que sobrados para el orgullo después de sentar en su trono la noche del pasado sábado a un paisano llamado Antonio Gavira, que queda así posicionado junto al Niño de Rafael y Eva González, los tres agasajados con esa suerte de gloria en cabal reconocimiento por haber difundido y enseñoreado el nombre de este rinconcito de Los Alcores a lo largo y ancho de todo el mundo. Porque eso, ni más ni menos, justicia, es lo que se ha hecho con el acto de nombramiento como hijo Predilecto de Mairena del Alcor al veterano escultor y profesor.

La materialización de este acto llega con 24 años de demora, promovida que fue por el añorado alcalde “Manolito” Bustos a través de una iniciativa desde su estancia política en la oposición de nuestra corporación municipal allá por 1.983. Una propuesta secundada de inmediato por todos los grupos del abanico plenario, como suele ocurrir en Mairena en cuestiones de esta índole.

Desde entonces hasta hoy la espera ha sido larga hasta conseguirse dar satisfacción a lo acordado. Nada extraño desde el punto de vista político parece esconderse tras la demora, si damos crédito a las palabras del entrañable escultor y excelente persona vertidas ante los micrófonos de Radio Mairena en entrevista conducida por el que suscribe. Sólo su imposibilidad material para acometer los preparativos dado el intenso momento profesional que atravesaba después de su ascenso de categoría académica fue la razón de una inicial demora que poco a poco se fue trastocando en desidia.

De hecho, sólo palabras de agradecimiento salieron de su boca hacia la figura del recordado alcalde tanto como para el actual, Antonio Casimiro Gavira. Palabras y algún quiebro de emoción. Por tanto, nada que objetar sobre este particular haciendo bueno el dicho de que “bien está lo que bien acaba”, y este desenlace no ha podido ser más feliz.

Faltan, sin embargo, algunos flecos para concluir la faena. El humilde y humano escultor, a pesar de transmitirnos la evidencia de que lo que más le interesa en estos momentos es velar por su inmenso legado artístico, no ocultó en la conversación su disconformidad con la situación de algunas de las cuestiones tangenciales que le afectan como destacado ciudadano.

Entre ellas, la primera es el inadecuado tratamiento que se le ha dado en la rotulación del viario mairenero, donde apenas se le puede identificar en una plazuela de la barriada Las Palmeritas llamada “Hermanos Gavira”. Con razón, sostiene nuestro paisano artista, que son muchos los hermanos Gavira que se pueden sentir apelados en ella. Pero, además, se da la circunstancia de que cada uno de los escultores hermanos: Antonio y Jesús, Jesús y Antonio, atesora “per se” méritos sobrados para ostentar el nombre de una corredera de nuestro viario. Procede, pues, y antes de que se enfríen los ánimos, completar las acciones realizando desde el consistorio los preceptivos cambios en el nomenclátor para corregir la anomalía.

Por otra parte, se ha perdido la ocasión de poner la guinda a este nombramiento de Hijo Predilecto con la publicación de su libro bibliográfico, escrito por Eusebio Pérez Puerto hace ya años, con inclusión de datos y anécdotas que ni el mismo escultor recordaba. ¡Tan buena memoria como sensibilidad exquisita posee nuestro genial investigador y autor para estos menesteres!, destacó el propio Gavira.

Un halo de suspicacias y rumores sobre ciertas pretensiones de apearlo de la autoría y obligarlo a renunciar a su firma en las pastas del volumen se ha disparado las semanas previas al reconocimiento en muchos mentideros de Mairena. El humilde escultor sólo reconoce al respecto en la charla radiofónica contar con el compromiso de la concejala Elisabet Sosa de editar el libro en fechas no muy lejanas haciendo así de la citada ocasión un nuevo acto de agasajo a su persona. Eso esperamos, como también que se respete la autoría de la obra, que ya cuenta con el pertinente copyright inscrito por su autor.

Desde luego, Antonio Gavira no se merecería en modo alguno un desaire de estas características sobre la simple base de la firma del libro. Antes al contrario, si se le publica el libro debe hacerse con el debido respeto a la persona que él mismo nombró en su día como biógrafo autorizado, ya que ninguna autoridad (en el supuesto hipotético de que así fuera) está legitimada para vetar a ningún autor en función de la afinidad política. De existir tal discrepancia (sin duda alguna legítima en democracia), sería tan ilegítimo como ilegal que se resolviese en el seno de una relación administrador- administrado, pues todos en este ámbito somos iguales ante la ley, tal y como contempla su letra misma.

Por último, urge ya que el ayuntamiento ponga sobre la mesa la asignación presupuestaria necesaria o los materiales que Antonio Gavira requiera para que sus incansables manos de artista casi octogenario puedan pulir lo antes posible ese Cristo de la Paz que quiere regalarnos para magnificar y embellecer nuestro cementario. Sería la mejor manera de completar el merecido agasajo.