(5-Enero-2005) Producir energía limpia en casa puede ser un negocio

Informa: Chema Cejudo

La producción de energía solar desde el propio domicilio no sólo es legal y posible, sino además rentable. Así lo posibilita el Real Decreto 436, emitido por el Ministerio de Economía el pasado 12 de marzo, bajo cuya fórmula ya existen barrios residenciales que con simples instalaciones están produciendo energía eléctrica en lugares tan distantes como el País Vasco, Almería, o Málaga. Aquí en Sevilla y su provincia también comienzan ya a hacerse algunos proyectos, sobre los que trabaja el ingeniero industrial de Mairena del Alcor Manuel González Domínguez, quien a sus 56 años sólo encuentra ventajas a una fórmula aún poco difundida, tal vez por no jugar totalmente a favor de las compañías eléctricas.



La instalación necesaria para hacer de un núcleo residencial una central productora de energías limpias es sencilla. En principio, habrá que instalar tanto placas fotovoltaicas (productoras de electricidad) como térmicas (de calor) en los tejados de las viviendas. Acto seguido, habrá que inyectar la producción que generen a la red general, un proceso que se facilita mediante la instalación en cada domicilio de un contador con doble función. A través de la entrada se contabiliza y factura la energía que se compra a la red eléctrica, a cuya compañía de zona es obligada la compra para el consumo. La función de salida, por el contrario, sirve para facturar la producción que se vende a la compañía eléctrica (que en nuestro caso sería Sevillana. Endesa), obligada por la normativa a comprar la producción a un precio 5,75 veces superior al actual de tarifación durante los 25 años posteriores a la instalación, pasados los cuales se reducirá el margen hasta 4,60 veces el precio de referencia.

La urbanización, por consiguiente, no se encuentra facultada para abastecerse autónomamente de la energía eléctrica que produce, sino que la tendrá que evacuar a la red general, con un compromiso mínimo de producción que coincidirá con las necesidades del núcleo residencial, si bien al alza no existe tope de producción. El núcleo residencial contará también con una pequeña central térmica dotada de acumuladores, bomba de calor y máquina de absorción con las que garantizar un remanente para la producción energética ante posibles contingencias climatológicas.

Para el ingeniero mairenero, profesor además en la rama técnica de FPO, “esta apuesta por las energías limpias reviste una mayor relevancia de la que hasta ahora se le ha concedido”, ya que a su juicio “no sólo se trata de contaminar menos, sino de trabajar bajo la premisa de la realidad incuestionable de que el petróleo se acaba y hay que tener sistemas alternativos”, apostilla. Otra de las ventajas de este proyecto para la producción de energía solar en casa es su bajo costo para el inquilino, pues con un simple proyecto y sin invertir ni un céntimo del propio bolsillo la instalación puede convertirse en realidad. No quiere ello decir que sea gratis, ya que el precio aproximado de la infraestructura por vivienda sobrepasa los 6.000 euros para la producción de 100 watios por día. Sin embargo, el pago de esta cantidad se realizará mediante amortización por la venta de energía a la compañía eléctrica, habiéndose saldado en un plazo de 8 ó 10 años.Así pues, no habría que hacer ninguna inversión en efectivo, sino que según González “sólo se requiere capacidad de endeudamiento”.

En caso de popularización de este proyecto de producción y abastecimiento con energías limpias, el ahorro en la factura petrolífera de nuestra país podría ser considerable, al tiempo que se contribuiría en pos de la consecución de los objetivos marcados en los estancados acuerdos de Kioto, cuyos avances se presentan escasos a raíz de la reciente Cumbre del Clima de Buenos Aires, en tanto los datos que siguen aportando técnicos e investigadores no dejan margen para la duda. Así, mientras que las catástrofes naturales producto del calentamiento solar hacen de las suyas habiendo causado en los primeros diez meses de 2.004 unas pérdidas económicas que se tasan en torno a los 90.000 millones de dólares, los glaciares de los casquetes polares de nuestro planeta (situados en la Antártida, Patagonia y Groenlandia) han perdido a lo largo de los últimos siete años por descongelación una cantidad de agua que en conjunto daría para llenar 17 millones de piscinas olímpicas. Y ello al tiempo que se desvela que este fenómeno también viene afectando durante los últimos veinte años al 40% de las nieves perpetuas de las cordilleras mundiales de más de 4.000 metros de altitud. Otro dato para la alarma emerge de las aguas del Océano Pacífico, donde fenómenos de calentamiento como los de La Corriente de El Niño han vivido cuatro de sus diez episodios conocidos en el plazo de los últimos veinte años.


Entre tan pesimista panorama, la popularización de iniciativas de base tan ciudadana como la que propugna el ingeniero mairenero podrían desvelarse como definitivas para salvar a nuestro herido planeta, ya que a nivel macropolítico los tiempos parecen discurrir a más bajo ritmo, a pesar de la premura del planeta.