CUARESMA DE 2004
EL MUÑIDOR
BOLETÍN Nº 16
mayrena.com

CUARESMA

Vivimos en un momento difícil. Es contrastable la crisis de valores que se dan en nuestra sociedad. Todo parece relativizarse. El hombre parece que deja de creer en que las cosas han de tener un sentido más allá de la realidad cotidiana en que todo es negociable. Se desconfía sistemáticamente de lo que se nos dice… Nada parece claro. Todo vale…
Y, sin embargo, cada vez más este hombre de nuestros días, aparentemente escéptico y despreocupado de todo sentido moral, necesita ser y sentirse realmente persona, necesita afecto, seguridad… amor… tener algo que no se le pueda romper en las manos, una confianza en que su vida vale la pena, que hay amigos de verdad, que todo lo que soy no puede acabar en una muerte para siempre…

El corazón del hombre sigue latiendo muy vivo, aunque su sonido se ahogue entre el vocerío de la superficialidad que le rodea, de las palabras que nada dicen, del amor intranscendente que se compra y se vende… El corazón no se ve, se esconde en los miles de rostros sin luz, ciegos de no querer ver con claridad ni a mí ni a mis vecinos.

Es hora ya de tomar decisiones porque nuestro ser como hombres está en juego. Es tiempo de optar con decisión por valores absolutos, que sigan inalterables más allá de las circunstancias de la historia y de los intereses del momento, que den un sentido a mi vida personal, a mi trabajo, a mi relación con los demás… que me ayuden a ser feliz, que me despierten de mi rutina. Es preciso enfrentarse a la realidad del mundo en que vivo y crear a mi alrededor un poco de ilusión, un poco de Verdad…

Pero ¿Qué es la Verdad? El tiempo de Cuaresma nos lleva siempre al Desierto, como Jesús. Allí, en el santuario de la conciencia, aparece la tentación y el camino de Dios. Ambos se presentan como el que puede hacer al hombre más feliz, más dueño de su vida, más libre. Y hay que elegir, sabiendo que te juegas tu existencia. Jesús escogió el camino de Dios, pero las tentaciones fueron muy fuertes... Al final, prevaleció en él la opción más comprometida y difícil, la que significaba el grave compromiso de vivir día a día con el trabajo de mis manos, con la incertidumbre de mi razón, con la arriesgada, pero entrañable llamada del corazón…
El camino de Dios pasa por enfrentarse a la realidad sin tapujos, por no dejarse llevar… por los aparentes triunfos de la mentira, la hipocresía, el poder, las riquezas… Pasa, en definitiva, por fiarse de quien primero se arriesgó por nosotros en una decisión que le costó la vida. Aquella Cuaresma le condujo a la Pasión y a la Muerte - duro camino, "demasiado humano" - pero en el amor que entregaba con su vida como valor absoluto de su fe - Resucitó… descubriendo la Verdad: que todo tenía sentido, que el camino del hombre es también el de Dios.

Ojalá nuestra Cuaresma también nos conduzca a Dios en la Búsqueda sincera y comprometida de la Verdad… Merece la pena intentarlo.
C. S. J.