CUARESMA DE 2003
EL MUÑIDOR
BOLETÍN Nº 15
mayrena.com

Y María guardaba todas estas cosas en su corazón...

Siempre que se habla de la mujer en las hermandades, salta a la palestra ese grupo de mujeres que limpian la plata, que arreglan y visten las imágenes, que ponen decentes las casas-hermandad y las propias capillas. Quizá por eso, porque en muchas ocasiones se les ha prestado una más que merecida atención, hoy queremos desviar la mirada a otro sitio, a otro gran grupo de personas, callado e invisible, mujeres en su gran mayoría, que forman día a día una hermosa e imperceptible red de araña, sin la cual sería muy difícil, por no decir imposible, la existencia de esta cosa que se llama Hermandad.

Cuando todos empezamos a hablar del olor a azahar, del calendario de montaje de los pasos, y del día X que se acerca, es decir, cuando los cofrades acuden a donde saben que van a satisfacer sus deseos más esperados de todo el año, hay quien, sin tener la satisfacción de integrarse en un grupo, trabaja a 1a sombra sin importarle siquiera que no será ella quien disfrute de su trabajo callado y abnegado.Son las madres, las esposas, aquellas mujeres que pasan noches y días cosiendo, almidonando o pidiendo a otras las túnicas y capas, los antifaces, el pantalón de costalero o poniendo a punto el traje negro o azul y la corbata, para que el marido o el hijo luzcan eI viernes santo como se merece la cofradía en la calle.

En esta hermosa tela de araña cabe de todo, desde mamás novatas que preparan con amor la capita del nuevo hermano bebé, hasta las que tienen que planchar hasta seis y siete ropas, una jornada entera de trabajo que dicen no les pesa. Son ellas, creemos, parte esencial de la hermandad. Sin estas pequeñas hormigas, o arañas, o como queramos llamarles, el viernes santo no sería lo que es. Por eso vaya desde aquí nuestro pequeño gran homenaje para ellas, el alma verdadera de la hermandad, que como todas las almas, no se ven pero es lo que da vida a todo aquello en lo que están presentes. Gracias, madres, mujeres, tías, vecinas... Qué sepáis que, al igual que María, la madre de Jesús, sois las verdaderas tesoreras de la esencia de la Hermandad. Gracias por todo, y de parte de todos.

Mª de Gracia Ortega Seda