EL RETABLO MAYOR DE STA. MARÍA DE LA ASUNCIÓN DE MAIRENA DEL ALCOR

José Manuel Navarro Domínguez
Profesor de Secundaria
Miembro de Hespérides y Ben Baso

El pasado día 21 de octubre el arzobispo de Sevilla bendijo el retablo del altar de Sta. María de la Asunción, de la iglesia parroquial de Mairena del Alcor, que ha sido restaurado recientemente por los profesores, restauradores y miembros de Ben Baso, Ricardo Llamas León y Miguel Ángel Pérez Fernández, con la ayuda de los licenciados en Bellas Artes Margarita Gurruchaga y Sergio Varó y el carpintero local Manuel Jiménez. Durante los algo más de dos años (junio de 2.000 – septiembre de 2002) que ha durado la obra el retablo ha estado cubierto por una fotografía del propio retablo, de tamaño natural, que ocultaba los andamios y ofrecía un adecuado fondo para la ceremonia litúrgica, que se encuentra expuesta actualmente en el museo de La Caixa en Barcelona. La obra ha tenido un coste de 240.405 euros (40 millones de pesetas) aportado por el Ayuntamiento de Mairena del Alcor.

El origen del retablo hay que ponerlo en relación con la ampliación del templo a principios del s. XVIII debido a los problemas de espacio ocasionados con el crecimiento de la población mairenera. La comisión creada al efecto decide derribar la primitiva cabecera para construir un gran espacio abarcando la anchura de las tres naves mudéjares originales, donde se situó el altar mayor. El nuevo presbiterio es bendecido el 27 de febrero de 1702. (1)

Para este nuevo presbiterio se construye el retablo, del que tenemos muy pocos datos pues apenas conocemos la intervención en 1729 del maestro arquitecto del alcázar Manuel Escobar(2), y una anotación de 1779 con un pago de 1.000 reales efectuado por la Hermandad Sacramental de la villa, para "...ayudar a dorar el retablo del alta mayor"(3), que podría corresponder a la terminación del fondo del ático.

El retablo consta de un gran cuerpo principal coronado por una movida cornisa con ángeles que portan los símbolos del martirio de S. Bartolomé, patrón de la villa, y un ático que probablemente se ejecutase con posterioridad. El primer cuerpo está formado por tres calles separadas por cuatro estípites. La calle central alberga el camarín de Ntra. Sra. de la Asunción y un manifestador sacramental y las laterales sendas hornacinas con las imágenes de San Bartolomé y San Francisco de Asís y dos medallones con San Juan Bautista y San Blas. El ático, con talla de menor volumen, presenta en su parte central un gran relieve del sacrificio de San Bartolomé por desuello y cuatro medallones con la Virgen del Carmen, San José y dos retratos de sacerdotes que bien pudieran ser los donantes.

Desde el punto de vista estilístico el retablo se puede encuadrar en la producción sevillana del segundo tercio del s. XVIII. Eusebio Pérez Puerto lo ha atribuido a Jerónimo Balbás, basándose en la presencia de los estípites, pues fue el introductor de dicho elemento en los retablos sevillanos. Pero no olvidemos que la innovación tuvo tal éxito que fue utilizada por muchos artistas hasta constituir una "seña de identidad" del retablo barroco de buena parte del s. XVIII, por lo que no es un elemento decisivo.

Los restauradores atribuyen la obra a Manuel García de Santiago, escultor que trabaja en Sevilla en las décadas centrales del s. XVIII, basándose en semejanzas estilísticas y de factura con varias de sus obras. Efectivamente el retablo del convento de Loreto de Espartinas, realizado en 1750(4), o el retablo de S. José, de la colegiata de Sta. María de las Nieves de Olivares, de 1752,(5) presentan una gran semejanza con el de Mairena en la composición y distribución de los elementos, el diseño de los estípites, la cornisa, la factura de los ángeles y niños atlantes, la hojarasca y otros elementos ornamentales secundarios, lo que permite apuntar en esta línea la atribución.

Presidía el retablo una imagen de candelero con niño, imagen poco apropiada para la advocación de Sta. María de la Asunción.(6) La imagen tenía corona plateada, cetro de plata(7) y ráfagas de latón y el Niño Jesús lleva corona de plata. A la derecha estaba situada la imagen de San Bartolomé, con diadema y cuchillo de plata y a la izquierda la imagen de San Francisco de Asís con diadema de plata. En los laterales del presbiterio se colocaban dos cuadros de grandes dimensiones: el "Ecce homo" en el lado del Evangelio y la "Resurrección" en la Epístola(8). El camarín se cubría con un velo de damasco.(9)

Este retablo sufrirá un importante deterioro en los inicios de la Guerra Civil. En la noche del 19 al 20 de julio un reducido grupo asalta la iglesia parroquial e intentó desmontar el altar mayor para quemarlo en una hoguera donde ya ardían las imágenes situadas en otros retablos. Con tal fin tiraron cuerdas para arrancarlo de la pared desgajando parcialmente el tondo central del ático. Ante la dificultad de la tarea, y el riesgo que conllevaba su caída, decidieron quemarlo, prendiendo fuego a la hornacina central.(10)

Una vez incorporada la villa a zona nacional varios carpinteros locales (Manuel Crespo Trigueros, Telesforo Méndez, José de Cayetano, Marcelino Pérez Calvo y Manuel Jiménez), emprendieron la labor de reconstrucción de los desperfectos. Gracias a contactos con sacerdotes de Carmona consiguieron imágenes y restos de retablos existentes en iglesias cerradas al culto(11). Reorganizaron la hornacina de la titular, muy dañada por el incendio, suprimiendo en manifestador, dándole mayor amplitud bajo un profundo arco de medio punto, cubierta con trozos del propio retablo y otros procedentes de Carmona, sustituyendo los trozos destruidos. Se ubicó en ella una imagen de talla, de la virgen del Carmen, procedente de un convento de Carmona, sin el niño, con un brazo modificado de posición y con añadidos y repintes para su transformación en una Asunción. Para alzarla un poco y rellenar la gran hornacina que había quedado en el centro del retablo tras el incendio, se colocó la imagen sobre el pie de un tenebrario que le sirve de peana.

En los laterales se colocó una talla de San Lorenzo, del s. XVII, proveniente de Carmona, de tamaño académico, pequeña para la hornacina, y una imagen de San Bartolomé, encargada al escultor sevillano Sebastián Santos Rojas en 1945. En la cornisa el ángel más deteriorado fue sustituido por un niño atlante procedente del banco del propio retablo y el relieve del martirio de S. Bartolomé, que se encontraba desgajado, fue apuntalado con maderos.

Con la restauración el retablo ha vuelto a presentar su aspecto original. El cuerpo principal del retablo presentaba mutilaciones, falta de algunas piezas pequeñas, ataques de silófagos, el dorado estaba en muy mal estado y tenía incorporadas pequeñas piezas ajenas al retablo para suplir los elementos destruidos. En líneas generales el tratamiento ha consistido en la limpieza del dorado, la consolidación de la madera con resina plástica y la reconstrucción en madera de las piezas que faltaban tomando como modelo las existentes. Para devolverle su aspecto original se ha reconstruido el manifestador y el camarín de la titular del retablo.

En el ático, que sufría males similares al cuerpo principal, se ha intervenido principalmente en el tondo del martirio de San Bartolomé, que había cedido varios centímetros, agravando su inestabilidad el mal estado de los palos que se colocaron para apuntalarlo.

En la imagen de la Virgen de la Asunción se ha restaurado el estofado original de color marrón del Carmen y se le ha retirado la peana, ya innecesaria por el menor tamaño del la hornacina. A la imagen de San Lorenzo se le ha consolidado el soporte, añadido los dedos y la palma de martirio que le faltaban. La imagen de San Bartolomé apenas ha precisado restauración. Se ha reconstruido el ángel que faltaba en la cornisa y los tres niños atlantes del banco siguiendo el modelo del que ese había conservado como angelote. Además se han reproducido los atributos de San Bartolomé, la palma, el cuchillo y el árbol referentes al martirio y un libro por su dedicación a la evangelización.

San Bartolomé se ha ubicado en la calle del lado de la Epístola, no, como se ha comentado, porque así estuviese antes de la Guerra civil. En la fotografía y en los inventarios conservados se puede comprobar que S. Bartolomé estaba ubicado en su hornacina del lado del Evangelio. Pero la imagen tallada por Sebastián Santos se encuentra mirando hacia la izquierda con lo que en su ubicación anterior quedaba mirando hacia fuera, hacia el lugar ocupado por el coro. En su nueva ubicación queda mirando hacia el centro del altar.

Conforme a las más acertadas normas de restauración se ha mantenido el pan de oro original, con su tono envejecido, en los lugares donde se había conservado y se ha dorado sin envejecer, las piezas nuevas. La patina del oro forma parte de la historia del retablo y debe ser conservada. Lo contrario, redorar la parte original o envejecer la parte nueva, sería poco acertado. El retablo ofrece un aspecto general, desde la mayor parte del templo, relativamente uniforme gracias al barniz aplicado y la iluminación existente. Desde una posición próxima, a pie de altar, se aprecia claramente el contraste entre las zonas restauradas, con el tono "oro viejo" indicativas de su antigüedad y las partes reconstruidas y doradas recientemente, con un color "oro nuevo" más brillante.

El aspecto del retablo que hemos conocido la mayor parte de los maireneros era fruto de los destrozos sufridos en 1936 y de una reparación de circunstancia que ninguna aportación artística digna de conservación añadía. Al contrario de lo que ocurre en otros muchos retablos destruidos en localidades cercanas, hemos tenido la extraordinaria posibilidad de reconstruir su estado original gracias a una fotografía y a las piezas originales retiradas que se han conservado.

Referencias:
1. Archivo Histórico del Arzobispado de Sevilla, s. Secretaría, ss. obras, a. 1696, exp. 12.
2. HALCÓN, F. Y OTROS: El retablo barroco sevillano, Sevilla, 2000, p. 458.
3. PÉREZ PUERTO, Eusebio: "El retablo de Nuestro Altar Mayor", Semana Santa 2002, Mairena del Alcor, 2002, pp. 14-15.
4. HALCÓN, F. Y OTROS: op. cit., pp. 348-9.
5. HALCÓN, F. Y OTROS: op. cit., pp. 354-5.
6. Al menos hasta el siglo XVIII, su advocación fue Santa María del Alcor.
7. Archivo Parroquial de Mairena del Alcor, inventario de 1911.
8. Hoy se sitúa en dicho lugar una talla de Cristo resucitado de Antonio Gavira.
9. A.H.A.S., s. Secretaría, leg. 2626, exp. 15, inventario 1886.
10. Testimonio de varios vecinos.
11. Testimonio de varios vecinos.