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El Campanillo
Hermandad Sacramental

Edición Digital 2006


LAS CRÓNICAS DE NARNIA, UNA ALEGORÍA DE LA FE. Manuel Palma Ramírez, Vicario Parroquial

En las pasadas fiestas de Navidad se estrenó en los cines españoles Las Crónicas de Narnia, ahora, en la primavera, aparece en formato de vídeo digital. Constituye ésta, una ocasión inmejorable para acercarnos a la figura de su autor y su capacidad de hacer significativo el mensaje cristiano.

I. EL AUTOR

Las Crónicas de Narnia (publicadas entre 1950 y 1956) son apenas una parte del amplio universo literario creado por Clive Staples Lewis (Belfast, 1898 - Oxford, 1963), escritor irlandés cuya trayectoria constituye un auténtico periplo espiritual: en él contemplamos a un hombre en permanente lucha consigo mismo, con sus dudas, y en medio de los vaivenes que provocaban en su espíritu las lecturas filosóficas y literarias. La aparición de la primera entrega de la serie fílmica es un escaparate extraordinario para asomarse a dicho universo, basado en una sólida reflexión literaria, filosófica y teológica. Y es que, Lewis pertenece al selecto grupo de "autores cristianos" que, a contracorriente de las modas ideológicas y culturales del siglo XX, pelearon por el derecho a expresar su fe. Así, aparece al lado de literatos como G. K. Chesterton (quien influyó decisivamente en él), P. Claudel, T.S. Eliot (a quien no le convencía su estilo apologético y reaccionó preguntándose: "¿Exige realmente el Todopoderoso tales arduos esfuerzos del Dr. Lewis por devolverle el trono?"), G. Papini y G. Greene, por mencionar sólo algunos.

Huérfano de madre desde los 9 años, vivió una infancia solitaria refugiado en sus lecturas. Una frase de sus años de increencia (de la adolescencia a los treinta y tres años) es verdaderamente lapidaria: "¿Cómo es posible que un universo tan malo haya sido atribuido constantemente por los seres humanos a la actividad de un sabio y poderoso creador?". Una búsqueda lo obsesionó siempre: la alegría, que identificaba con el supremo bienestar (o salvación), lo cual se refleja en el título de su autobiografía espiritual: Sorprendido por la alegría.

El león, la bruja y el armario (dirigida por Andrew Adamson), se ha sumado a la estela trazada por El Señor de los anillos, a cuyo autor J.R.R. Tolkien, unía una profunda amistad, dado que tanto éste como el mismo Lewis, fueron profesores en la Universidad de Oxford.


II. LA OBRA

Concebidas como un vasto proyecto, Las crónicas de Narnia son una obra de ficción alegórica compuesta por siete volúmenes. Lewis las redactó siguiendo la tradición de la escritora inglesa Edith Nesbit (1858-1924), de tendencias políticas socialistas y con un fuerte énfasis didáctico. Los relatos están entrelazados entre sí y el orden de lectura que recomendaba Lewis, que no coincide con el de su aparición cronológica, es el siguiente: El sobrino del mago, El león, la bruja y el armario, El caballo y el muchacho, El príncipe Caspian, La travesía del Viajero del Alba, La silla de plata y La última batalla.

En la mayoría de los cuentos los protagonistas son los cuatro hermanos Pevensie, quienes mientras viven en la casa de campo de un viejo profesor, fuera del alcance de los bombardeos nazis sobre Londres, encuentran un armario en una habitación remota que les permite acceder a otro mundo, Narnia.

Las aventuras de los protagonistas comienzan cuando el magnífico león Aslan, con su cántico hace nacer el mundo de Narnia de la nada. (Esta metáfora divina del canto que origina la vida también fue usada por Tolkien a la hora de crear la Tierra Media a través de la canción de los Ainur). De igual forma, tal como se forma el bien, también se introduce el mal (en este caso encarnado por la bruja Jadis) y, por lo tanto, la épica de la lucha del uno en contra del otro.

En El león, la bruja y el armario los paralelismos con la historia de la salvación son inquietantes: Jadis, al coger la manzana comete un acto de desobediencia, lo mismo que Adán, aunque ya había "pecado" antes; la mesa de piedra recuerda las tablas de la ley de Moisés; la pasión y resurrección de Aslan equivalen a las de Jesús; la fidelidad de las dos niñas hacia Aslan es comparable a las de las mujeres que seguían a Jesús; Edmund, como Pedro, es un traidor, pero se arrepiente y es perdonado; la gran batalla contra las huestes de la Bruja Blanca tiene fuertes resonancias apocalípticas; en el almuerzo final (¿Santa Cena?), Aslan afirma: "Se os ha permitido conocerme en este mundo para que podáis conocerme mejor cuando regreséis al vuestro".

La "Magia Más Insondable de antes de los albores del tiempo", invocada por Aslan para conseguir la resurrección, es toda una declaración soteriológica (y poética): "Significa que aunque la bruja conocía la existencia de la Magia Insondable , existe una Magia Más Insondable aún que ella desconoce. Sus conocimientos se remontan únicamente a los albores del tiempo; pero si hubiera podido mirar un poco más atrás, a la quietud y la oscuridad que existía antes del amanecer del tiempo, habría leído allí un sortilegio distinto. Habría sabido que cuando una víctima voluntaria que no ha cometido ninguna traición fuera ejecutada en lugar de un traidor, la Mesa se rompería y la muerte misma efectuaría un movimiento de retroceso".

Según su autor, Las crónicas de Narnia no debían ser leídas como alegorías sino como simples relatos. Concluyen así: "Toda su vida en este mundo y todas sus aventuras en Narnia no habían sido más que la portada y el prólogo: en ese momento, por fin, empezaba el capítulo primero del Cuento Más Grande, el cuento que nadie ha leído en este mundo, el cuento que dura para siempre jamás, en el cual cada capítulo siempre será mejor que el anterior". Es decir, la vida misma. Como puede verse, Lewis bien puede ser calificado como un "apóstol de la imaginación".
Al fin, a todos, les recomiendo que no desaprovechen la ocasión para encontrarse con esta magnífica metáfora de la fe cristiana.