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El Campanillo
Hermandad Sacramental

Edición Digital 2004

¿Tiene futuro el Cristianismo? José Morales

En nuestra sociedad se están produciendo cambios profundos y sustanciales. En poco tiempo hemos pasado de una sociedad marcada fuertemente por la influencia de la Religión y de la Iglesia a una sociedad secularizada, donde el silencio de Dios y la indiferencia religiosa van constantemente en aumento. No hace falta ser un lince para ver cómo gran parte de nuestra juventud abandona silenciosamente nuestras iglesias, porque lo que allí ocurre no les dice nada o no les interesa.

Como a muchos cristianos, también a mí me preocupa esta situación. No creo que la reacción más adulta y mejor sea condenar a nuestra sociedad o plantear con añoranza una vuelta a nuestro reciente pasado de cristiandad o decir que nuestros jóvenes carecen de valores y son unos superficiales. Jesús, al menos, no se comportaba así. A mí la presente situación me lleva a una reflexión, que quisiera compartir con las amigas y amigos de "El Campanillo".

Sociólogos del hecho religioso e historiadores de las religiones, periodistas e informadores, plantean hoy con bastante frecuencia esta pregunta: ¿Tendrá futuro el cristianismo en nuestra sociedad como un fenómeno vivo y atrayente o terminará quedando reducido a una costumbre social y folclórica más o a una reliquia cultural del pasado? El recordar cómo entra el cristianismo en la historia de la humanidad y echa raíces profundas en ella, quizás pueda ayudarnos a encontrar una respuesta, teórica y sobre todo práctica, a esta cuestión.

El cristianismo entra en la historia de la humanidad gracias a "un judío marginal" llamado Jesús de Nazaret. Con sus hechos y sus palabras, con su manera de situarse ante las personas y las instituciones, con su manera de relacionarse con Dios, Jesús "daba que hablar","provocaba un rumor", que se iba difundiendo entre el pueblo. Sus paisanos se preguntaban: ¿quién será este?; ¿por qué hace las cosas que hace?; ¿de dónde le vienen esa sabiduría y ese poder?; ¿con qué autoridad dice las cosas que dice y con qué poder hace las cosas que hace: con el poder de Dios o con el del demonio?; ¿será un profeta, un embaucador, o viene de Dios para ofrecernos su salvación?

Jesús da que hablar, porque es una persona profundamente cercana al dolor y sufrimiento de su pueblo, especialmente a los excluidos, y mantiene a sus discípulos en esa cercanía. Él no fue ni un monje como los esenios, ni un separado al estilo de los fariseos, ni un sacerdote como los que oficiaban en el templo de Jerusalén. Jesús es un seglar, un obrero, que vive la presencia comprometida en su sociedad desde la experiencia profunda de un Dios, que, porque es Padre compasivo, se conmueve ante todo y sobre todo con el dolor y sufrimiento de los más pequeños y abandonados y se derrama como perdón infinito y como consuelo, como esperanza y fuente de vida y como liberación para todos ellos. ¿Qué pocas veces vemos a Jesús condenar a la gente sencilla o a los pecadores!
Jesús da que hablar, porque con su estilo de vida, con su manera de expresarse y de actuar, plantea y hace posible un mundo habitable para todos los humanos, un futuro abierto a la comunicación libre y fraternal entre todos; porque defiende la causa de los pobres y excluidos, se hace compañero de los que no cuentan para nada en la sociedad y devuelve la palabra a los que estaban desposeídos de ella. Jesús despertaba un rumor allí por donde "pasaba haciendo el bien".

Después, el cristianismo se abre camino en la historia de la humanidad y echa raíces en ella gracias a la fe, traducida en vida, de los que creyeron en Jesús de Nazaret y le siguieron. La experiencia de que Dios había resucitado al Crucificado y que éste los reunía de nuevo en comunidad y los fortalecía con la fuerza del Espíritu, fue llevando a los primeros grupos cristianos a reproducir en sus propias vidas, mediante el seguimiento, la historia de Jesús allí donde vivían y trabajaban. Con ello los seguidores de Jesús también daban que hablar con su forma de vivir. La gente decía: mirad cómo se aman, aspiran a compartir sus bienes, entre ellos no hay pobres, ¿de dónde sacarán ese modo de ser y de vivir? Así mantenían vivo el rumor sobre Jesús y conseguían que la historia de Jesús se volviera a contar allí por donde ellos pasaban o donde ellos vivían. Este era el primer paso para la fe y el seguimiento de otros, que terminaban entrando en la comunidad cristiana.

¿Tendrá futuro el cristianismo en nuestra sociedad? La memoria de Jesús continuará viva en nuestra sociedad y la fuerza transformadora y humanizadora de su evangelio tendrá vigor entre nosotros, si los cristianos somos capaces con nuestra presencia, con nuestro testimonio y nuestro compromiso de dar que hablar, de despertar un rumor, de hacer que la historia de Jesús continúe contándose entre nosotros con alegría y entusiasmo. Es esto lo que puede llevar a nuestros paisanos y paisanas a interesarse por Jesús y su Evangelio, a creer en él y a desear seguirle desde la presencia en el corazón del mundo.

El cristianismo tendrá futuro en nuestra sociedad en la medida en que las cristianas y los cristianos lo hagamos amable y creíble con nuestro estilo de vida, con la manera de vivir y organizarse de nuestra comunidad cristiana, con nuestro compromiso por la construcción de un mundo más humano, solidario y habitable en nuestra pequeña realidad. Pero… para eso tendrán que cambiar muchas cosas en nuestra Iglesia.

En la Eucaristía el Padre Dios nos regala no sólo la presencia y el aliento del Señor Resucitado como compañero de camino, sino también la comida, el alimento, que nos da fuerza para recorrerlo con esperanza. ¡Mientras haiga pan y vino… andaremos el camino!