La voluntad de Don Salvador Rodríguez
(Autor: Manuel Gavira Mateos)

De los documentos más curiosos que he encontrado en los archivos provinciales me llamó mucho la atención un expediente relativo a Don Salvador Rodríguez, vecino y panadero de Carmona, que en el siglo XVII fue protagonista de un hecho milagroso por la intercesión "de la imagen del Santo Cristo de la Cárcel de la Villa de Mairena del Alcor". Pues bien, cuando se reconoce la intervención divina en este episodio de su vida, el Señor Provisor General del Arzobispado le concedió autorización para pedir limosna por toda la diócesis sevillana, "para el culto de esta Santa Imagen y labrar Capilla", en cumplimiento de la promesa que él hizo de "servir toda mi vida a Dios, mi Señor, en el culto de esta Sagrada Imagen con mi asistencia y familia". Lo que Salvador no podía sospechar es que poco después, un año, no había comenzado la empresa propuesta por haber terciado el Vicario de Mairena, "no dejándome obrar a causa de haberse retirado muchos devotos de dar sus limosnas".

Entonces, recurrió al Señor Arzobispo para suplicarle le sea concedida "licencia para que por mí pueda obrar en la fabrica de dicha capilla, y demás cultos sin dependencia de dicho Vicario". Ofreciéndose, al mismo tiempo, a rendir las cuentas tantas veces como lo requiera el Señor Provisor General del Arzobispado sevillano. La respuesta no se hizo esperar, y se le exigió "que declare cuánta limosna ha juntado desde que se le dio licencia para pedir, y en qué especies, y en poder de quién tiene dicha limosna, y qué obra es la que tiene hecha y la qué pretende hacer".

Rápidamente, Salvador envía una carta, bajo juramento, dando detalles muy curiosos sobre todo lo que llevaba practicado. Así, hoy sabemos, por el citado expediente, que había juntado 200 reales en metálico, que no había pedido otras especies. Que encargó, disponiendo de la anterior cantidad que tenía en su poder, "un alba para decir misa en la Capilla del Cristo y un cíngulo", que lo tenía ambas prendas ya pagada, "menos 20 reales que se deben del resto del lienzo del alba a Lucas Roales, mercader y vecino de Carmona". También, declaraba en su escrito que la intención más firme que tenía era construir "al Santo Cristo una Capilla y un Hospital para curar enfermos".

Por lo que podemos deducir que el culto originario al Santo Cuadro fue en la misma cárcel, posiblemente estuvo colocado bien en el zaguán, o bien en el patio de esta dependencia municipal. Siendo a partir de ahora cuando se consideró la necesidad de labrar un recinto sagrado anexo al edificio primitivo, para la mejor exaltación de tan milagrosa imagen. Y este planteamiento fue el que llevó a tan entregado devoto a comprar "con dinero propio suyo unos solares que lindan con las espaldas de la cárcel". Y así fue como adquirió dos solares, uno se lo compró a Juan Navarro, vecino de Sevilla del barrio de Santa Catalina, "en precio de 100 reales y tres pagos en contado, con cargo de una memoria de una misa rezada, que le parece es en el Cabildo de San Leandro", en el mes de junio del 1.672. El otro solar se lo compró a Don Pedro Caballero de Illescas, noble sevillano, "por precio de 200 reales, libre de todo tributo y le otorgó escritura, hará tres semanas, ante un escribano de la Plaza de San Francisco, que era un hombre gordo que estaba pasada las rejas del Cabildo, debajo de un portal".

Termina su manuscrito aportando datos sobre los trámites que había realizado, hasta entonces, para ejecutar los proyectos que tenía planteados. Así, especifica que para la construcción de la Capilla y del Hospital había llegado a un acuerdo con un vecino de Mairena y su hijo, que le daría "toda la cal que hubiera de menester para la obra a razón de 18 reales cada cahíz". Habiendo logrado, además, la ayuda de más maireneros en "material y carretas". Afirmando que las obras la "pretende comenzar para Septiembre, porque entonces andan los peones más baratos, y otros se ofrecen a trabajar algunos días de limosnas". Con estas palabras acaba prácticamente este bonito testimonio histórico.

No he podido constatar, a través de otros documentos escritos, lo que se hizo en los meses y años siguientes. Lo cierto es que la primera visita pastoral a la actual Capilla se hizo en el 1.694, como así lo testifica eruditos tan fidedignos como Elías Méndez, que llega a decir en su conocida historia del Cristo de la Cárcel que en la fecha anteriormente citada hacía muy poco tiempo que estaba hecha la Capilla, pues el Señor Visitador mandó que se asegurase la piedra de ara al altar, que se hicieran corporales, purificadores y una cruz con la imagen de Cristo, pues no había sobre el altar más que el cuadro del Señor, y era obligatorio un crucifijo para celebrar misa. Lo que le hace suponer a tan loable mairenero que este recinto sagrado no llevaba mucho tiempo abierto al culto ante las carencias primordiales que se padecían.

Ante todo esto, nosotros debemos concluir, en primer lugar, que la firme perseverancia de Salvador Rodríguez movió voluntades para que hoy se venere con tanta fe al Señor de Mairena en su recoleta Capilla de la Plaza de las Flores. Y, en segundo lugar, que en estas historias de hermandades y ermitas de Mairena siempre participó todo el pueblo activamente, con una entrega encomiable y una fe enorme. Dándose el caso, además, que la Hermandad del Cristo no se funda hasta mediados del siglo XIX, por lo que serían devotos muy agradecidos, y no sólo de Mairena, los que hicieron posible el culto organizado a tan Santa Imagen desde el siglo XVII.