SERIE PERSONAJES MAIRENEROS

George Edward Bonsor y Saint Martín
(Lille 1.855, Mairena del Alcor 1.930)

 

 

Por Manuel Gavira Mateos

Su padre fue un ingeniero inglés que viajó mucho por Europa y Norte de África, instaló en Sevilla y Cádiz la fabrica de gas para el alumbrado público, su madre era francesa y murió joven. De la familia materna heredó la cultura y la lengua francesa, idioma en el que escribía y rezaba, y de su padre el incansable gusto de viajar por gran parte de Europa, conociendo entre otros estos países: Bélgica, Rusia, Alemania, e Inglaterra, en los que permanecía largas temporadas que coincidían con los trabajos de su padre, lo que hizo que dominase varios idiomas. Se formó como pintor en las escuelas de Bellas Artes de Londres y Bruselas.

Llega a nuestra comarca en la primavera de 1.881, aunque parece ser que ya había hecho un anterior viaje. Se dirige a Carmona, después de recorrer parte de Castilla y Andalucía, por los consejos de su padre, que había tenido una novia allí, en busca de temas de inspiración para su primera vocación: la pintura.

Una vez instalado en Carmona, de la que llegó a escribir en su diario: "Esta ciudad debería ser conocida por la localidad donde se encuentra más chicas guapas modernas y más antigüedades romanas", va recorriendo toda la comarca. Se cuenta aún en Mairena que en esta época usaba como medio de transporte, frecuentemente, una bicicleta que había hecho traer de Francia. Poco a poco, y debido a los frecuentes movimientos de tierra que en aquella época se hicieron (Nuevos caminos, zanjas para enterrar plagas de langostas, vías férreas..), va descubriendo la riqueza de la zona en restos prehistóricos. Conoce a un joven farmacéutico de Carmona. D. Juan Fernández López, que era un entusiasta de las antigüedades y poseía una llamativa colección de monedas romanas. Al poco tiempo se asocia con él para emprender la excavación de la necrópolis de Carmona y así, paulatinamente, va abandonando la pintura y convirtiéndose en un buscador infatigable de restos arqueológicos, su buena disposición para el dibujo le ayudaría extraordinariamente y nadie como él recorrería la comarca penetrando en sus ancestrales entrañas.

A la excavación de la Necrópolis, que fue inaugurada al público en el 1.885, le siguieron prospecciones en la Cruz del Negro, Alcaudete, Alcebuchal, Cañada Honda, Vereda de Alconchel, Castillo de Mairena, La Alunada, La Peñuela, etc.. y sin citar las salidas de nuestro entorno comarcal si es destacable los trabajos que compartió con D. Felipe Méndez, culto labrador mairenero que excavó por muchos lugares de los Alcores, donde era propietario de las tierras exploradas, y parece ser que llegó a poseer una rica colección de objetos prehistóricas que llamaron la atención de D. Jorge. Estos yacimientos que trabajaron juntos fueron Bencarrón, Santa Lucía y Gandul entre otros. Solía trabajar instalando dos grandes tiendas de campaña a pie de la excavación: "Me despierto todos los días un poco antes de las cinco. A las cinco pongo a hervir el agua para hacer el café. A las cinco y media, el agua hierve; me levanto a las cinco cuarenta y cinco, y el café está ya listo. A las seis, los hombres concluyen de toma el café y se van a trabajar. Es entonces cuando escribo cartas, notas, etc.. A las siete me arreglo y arreglo la tienda. A las ocho, voy a ver los trabajos.."

Así vivió más de 50 años de actividad arqueológica frenética. Que a veces, compartió con otras apasionadas aficiones: la fotografía, la astronomía, llegó a afirmar que su atalaya del Castillo era el lugar ideal para el estudio de los astros, la colección de cuadros antiguos...

En noviembre de 1.902 adquirió las ruinas del Castillo de Mairena, que fue en tiempo de los Ponce de León, duques de Arcos, y que ahora vendía la Junta de Acreedores del último Señor de Osuna. Se encontró el castillo casi totalmente desmantelado, servía de guarida para los rebaños de los lugareños, él lo limpia y lo consolida, levantando nuevas dependencias, rehabilitando algunos de los torreones, diseñando los jardines,.. Se viene a vivir en él en el 1.905 e instala un preciado museo con la exposición de su rica colección arqueológica y de los cuadros que había comprado, algunos de Valdés Leal. Convirtiéndose el Castillo en un punto de encuentro para todos los amantes del pasado andaluz y en seña de identidad y orgullo para los maireneros.

En marzo de 1.907 contrae matrimonio con Doña Gracia Sánchez, su primera esposa. No hace mucho, escuché una simpática anécdota de esta época y relacionada con él, contada por Antonio el de Silvestre. Parece ser que el noviazgo duró más años de los previstos y deseados, pues tardó mucho la licencia de Roma para el matrimonio. No olvidemos que él era anglicano. Se contaba por Mairena que esta tardanza se debía a que envió un recadero a Roma para conseguirla. Como éste iba en burro no terminaba de cumplir con su misión debido a la larga distancia y a la pereza del asno.

En el 1.925 enviuda y en el 1.927 contrae nuevas nupcias con Doña Dolores Simó, que le sobrevivió bastantes años y supo conservar, no sin grandes dificultades, el castillo como residencia y museo. En el 1.930 donó la Necrópolis de Carmona al Estado y recibió la Gran Cruz de Alfonso XII, unos días antes de su muerte.

Unos años después, en el 1.934, el ayuntamiento republicano de Mairena le agradece su labor: "rindiéndole a la vez un homenaje al gran artista que consiguió hacer de un castillo en ruinas un verdadero museo de arte antiguo Don Jorge Bonsor Saint Martín, (y) que se rotule con su nombre una de las calles que conducen al citado castillo, que pudiera ser la de Giordano Bruno y el Ayuntamiento lo acuerda así".