Hacienda de Clavinque

 Jose Manuel Navarro Domínguez. Profesor de historia.

Las haciendas

Se trata de explotaciones agrícolas dedicadas al cultivo del olivar y a la elaboración del aceite, aunque pueden completarse con otras actividades agrícolas y ganaderas. El nombre se emplea, indistintamente, para designar tanto el conjunto de edificios principales de la explotación como el total de terrenos plantados en su mayor parte de olivar que constituyen la propiedad.

El poder económico que supone su posesión se manifiesta mediante los significantes ideológicos de la particular arquitectura, en la que a cada función corresponde su propio espacio y cuyas soluciones estilísticas van definiendo sus usos y jerarquías.

Como residencias de campo las haciendas son manifestaciones de tradicional interés de las elites dominantes por dispones de retiros rústicos más o menos Iigados a la actividad agrícola, como fuente de riqueza, signo de posición y distinción social de forma que el ideal rústico en la oposición ciudad-campo, incluye asimismo un sistema de dominación económica. .

La edificación de la hacienda se organiza alrededor de uno o más patios dependiente de la extensión del caserío y de la complejidad de las funciones que en él se realizan. El esquema más característico es el de dos patios, el del señorío y el de labor.

El patio de labor está rodeado de las edificaciones dedicadas a la ganadería, a las actividades agrícolas más modestas y de mayor trasiego y al albergue de los trabajadores eventuales. En él se disponen tinajones, caballerizas, gallineros, graneros y la gañanía o residencia de los campesinos.

En el patio del señorío se realizan las labores de la industria y almacenamiento y se sitúa el señorío o vivienda principal. El señorío que se usaba como vivienda familiar del propietario en otoño, época de recolección, se ubica en el ala de mejor orientación y de más difícil acceso, destacando su portada refinada y los adornos barrocos al gusto de la época, así como la presencia dominadora de la torre mirador. Completan el patio del señorío las edificaciones para la obtención del aceite o almazara, incluyendo la nave de molino, viga, torre contrapeso y naves de almacén y en algunos casos lagares y bodegas. El esquema puede complicarse con la presencia de otros espacios abiertos y el jardín privado para uso exclusivo del señorío.

También es frecuente, como es el caso que nos ocupa, la solución simplificada de un sólo patio alrededor del cual se organizan todas las dependencias, presididas por el señorío, siguiendo el esquema funcional característico, permitiendo, las concretas referencias formales la localización de los distintos espacios. El señorío ocupa generalmente la crujía completa de la nave opuesta a la portada del patio que preside, en las dos plantas de las que suele constar. La planta baja alberga a la familia en verano y su espacio principal es el comedor en el centro entre la entrada por el patio del señorío y el jardín privado al otro lado, con vistas y accesos a estos dos bellos espacios exteriores, con frecuencia precedidos de una galería de arcadas con columnas que a veces enmarcan el patio.

Como edificio de funcionalidad autónoma cuenta con su propia capilla, que generalmente aparece integrada en el conjunto de los edificios sin resaltes exteriores, apenas adornada con una espadaña, esgrafiados o azulejería de motivos religiosos. Si se permite el acceso a los trabajadores cuenta con una entrada abierta al patio o al espacio exterior para estos y un acceso separado desde el señorío con tribuna, o zona reservada para uso exclusivo de los propietarios. En otras ocasiones, como es el caso que analizamos, se trata de un espacio exclusivo de la familia por lo que forma parte del señorío como una dependencia más del mismo y su tamaño es más reducido.

La construcción es tradicional, realizada por maestros albañiles locales, integrando en su conjunto, elementos de mayor valor arquitectónico, más elaborados, especialmente localizados en las piezas emblemáticas, como son las portadas, las torres y la decoración del señorío. En este sentido la hacienda de Clavinque es uno de los mejores ejemplos de esta integración de elementos de la arquitectura barroca rural sevillana adaptando con éxito los modelos de la arquitectura urbana, ya fuese civil o religiosa.

La Hacienda de Clavinque

La hacienda se denomina San Antonio de Padua al menos desde el s. XVII. Evoluciona desde una antigua instalación dedicada al viñedo, transformada en explotación de olivar cuando aquel cultivo dejó de ser rentable. Su actual nombre lo debe a uno de sus propietarios, Francisco van Craivinquel, caballero flamenco al servicio de la monarquía española afincado en Sevilla a principios del s. XVIII. La castellanización de su apellido flamenco produjo el nombre con el que se conoce esta finca desde mediados del s. XVIII.

Está situada cerca de la calzada romana que unía Sevilla con Carmona. La estructura edificada se organiza alrededor de un gran patio central cuadrangular que articula el núcleo primitivo. La portada sigue modelos tomados de la arquitectura conventual sevillana del barroco del XVII, resolviéndose en una sólida puerta con arco de medio punto sobre pilastras con falso frontón y una espadaña coronada de frontón y pivotes. En ella destaca el zócalo y los listeles de la espadaña, decorados en rojo de almagra y, recientemente, pintados en color ocre.

El conjunto edilicio se compone de la casa principal situada al fondo, precedida de una galería porticada con columnas y dos naves laterales dedicadas a faenas agrícolas, con lagar, molino y almacenes. Las dos imponentes torres, la del molino, con ventanales y pilastras pareadas y la del mirador, con arcos de medio punto geminados sobre columnillas y grandes pilastras, dan un toque de señorial al patio realzando los volúmenes.

Las naves se resuelven con paredes de ladrillo y tapial construidas con técnica tradicional, organizadas con grandes arcos transversales de medio punto de rosca de ladrillo que organizan el espacio y le aportan gran solidez. Se cubren las naves con tejados a dos aguas con armadura de par y nudillo y con armadura de colgadizo en el pórtico y dependencias anexas a las naves. La techumbre es de teja árabe.

En la nave lateral derecha se conserva los dos elementos del molino de aceite, la muela y la viga de truja. La primera, formada por un cono de piedra que gira sobre una solera circular, servía para estrujar la aceituna y eliminar el alperchín. La pasta resultante se pasaba sobre capachos de estera a la viga de truja o prensa, que mediante un tornillo y haciendo palanca, comprimía los capachos y extraía el aceite.

En la parte alta de las naves industriales presenta 4 graneros, dos sobre el molino de aceite y los otros dos sobre la caballeriza y la tahona. Mantiene la estructura del lagar y atarazana de vino que esta sin uso ni toneles. En un lateral presenta una casa para el capataz compuesta de dos cuartos, para alcoba, sala y un arto. En la cocina destaca el monumental captahumos de la chimenea que cubre un testero completo y presenta una curiosa puerta de paso bajo.

La casa principal está construida al fondo del patio central. Cuenta con tres salas principales dos alcobas grandes, 2 dormitorios, una galería con un dormitorio, cocina grande con su despensa y un pequeño un patio. A ambos lados cuenta con dos torres, una de ellas con habitaciones y un magnífico mirador al que se accede por una escalera de caracol. Como la mayor parte de las haciendas rurales conserva una pequeña capilla para culto privado, dedicada a San Antonio De Padua.

A este conjunto se le ha añadido en época posterior varias naves de uso agrícola y pecuario (vaquerizas y caballerizas). Hasta el s. XVII tuvo viña, en el s. XVIII es una gran plantación de olivar con un pinar de unos 1500 pinos, una huerta con hortaliza y naranjos. En fecha reciente se plantaron almendros.

El agua de Clavinque

El acuífero de los Alcores está formado por capas de capas rocosas que descienden desde las cotas más altas hasta el Guadalquivir formando las cumbres de calcarenitas, las terrazas superiores, terrazas medias, arenosas, y las terrazas bajas, arcillosas, más cercanas al río utilizadas para el regadío. La formación se asienta en un sustrato de margas azules con areniscas en la parte superior. Las calcarenitas forman la espina dorsal de los Alcores con cotas que descienden desde Carm6na (240 m.), hasta Alcalá (40 m.) con medias de 100 m. en las Laderas de El Viso y Mairena. La mayor parte del agua del acuífero fluye desde las cumbres hacia el Guadalquivir bajo las terrazas y una pequeña porción lo hace hacia la Vega, generalmente aflorando en pequeñas fuentes naturales en el escarpe de las Laderas.

La Fuente de Sta. Lucia de Alcalá, origen de los caños de Carmona que suministran agua a Sevilla, fue explotada por la compañía inglesa de abasto a Sevilla por monopolio desde Alcalá a mediados del XIX. En 1882 se concede el abastecimiento de agua de Sevilla a por 99 años a la compañía inglesa The Sevilla Water Works Compañy Limited, (SWW). La captación de varias fuentes se centralizaba en el depósito del Adufe. Produjo el agotamiento del freático de la zona de forma brusca. En 1910-15 había esquilmado los manantiales de Zacatín, la Judia, fuente Santa y Santa Lucia. Tiene que buscar en Aceñas y Clavinque, situados más lejos de Sevilla y con menos agua, y aun así no logran abastecer a Sevilla según contrataron. En 1957 se realizan obras de reforma de los pozos y la conducción dado el fuerte crecimiento de la ciudad.

Precisamente, a principios del s. XX uno de los ingenieros ingleses de la compañía de aguas, deseando afincarse en la comarca, compra la hacienda de Clavinque, que hoy permanece en manos de sus descendientes.

El acuífero de los Alcores se ve afectado por dos grandes problemas: El agotamiento por sobreexplotación y la contaminación. El acuífero reacciona muy rápido al ritmo de lluvias. El nivel piezometrico (altura del agua) evoluciona con un ritmo muy marcado respondiendo a la sequía de 1980-82, las lluvias de 1983-90 y el estancamiento de nivel desde 1990 con alternancia de dos años de lluvia y dos secos. Se mantiene el freático desde los 80 pero esta en riesgo de agotamiento por sobreexplotación.

La contaminación del acuífero se produce por aumento de la población, urbanización, desarrollo de las industrias y las explotaciones ganaderas y aumento del uso de pesticidas y abonos agrícolas, pero especial incidencia tiene, en las últimas décadas las filtraciones de los pozos negros de las urbanizaciones cercanas.